Juan I. García, un brillante arqueólogo al que conozco desde hace años, me propuso participar en la redacción de un documento que contuviera, por un lado, su investigación sobre la baldosa hexagonal de Gaudí en la provincia de Salamanca y por otro, al estar relacionado, un breve desarrollo histórico de la técnica de fabricación de la baldosa hidráulica y del panot. Para mí, el párrafo que mejor define nuestro trabajo es éste:
La intención de este artículo es dar a conocer un resto paradigmático dentro del mundo de la decoración urbana. La perspectiva que se nos abre es bastante grande, no sólo por su valor estético sino por la información cultural que ofrece. La viabilidad de realizar catálogos, muestras o cualquier otro tipo de acción, es una propuesta novedosa dentro del patrimonio de una ciudad viva que debe actuar por/para/con el ciudadano, y aquellos objetos más próximos en el tiempo, no deja de ser parte de nuestro patrimonio. Objetos que se escapan de los discursos preestablecidos: baldosas hidráulicas, placas de seguro, de aseguradoras de incendios, del Ministerio de la Vivienda, mobiliario urbano de carácter industrial que pasa desapercibido. Etnografía urbana, arqueología industrial.
El documento es de libre circulación. Pueden ustedes descargarlo, compartirlo y publicarlo donde quieran siempre que indiquen procedencia, por favor!
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Quiero agradecer desde aquí a mis grandes amigos Alejandro Álvarez (La Pinacoteca de Radio, Mob Rule) y a Esteban Hernández (www.estebanhernandez.net, Usted, Míster) el haberme animado a participar. El mundo fanzine me estimula muchísimo, por ser increíblemente creativo, entre otras cosas. En encuentros como TENDERETE, en Valencia, las propuestas son increíblemente diversas, por que de eso trata la autoedición, ¿no es así?, de dar rienda suelta al ingenio de cada uno y publicar, exactamente, lo que te de la gana. Cualquier día saco el mío propio.
Siempre es un placer acompañar a mi amigo Alejandro Álvarez en su programa de todos los miércoles en Radio Godella, La Pinacoteca de Radio. Estamos ya en su tercera temporada y estoy súper orgullosa del tesón y el esfuerzo por la continuidad de este espacio radiofónico que demuestra Alejandro cada semana.
Desde el primer programa al que asistí han pasado muchas cosas. Geométrica Doméstica se ha definido y perfilado, (según Alejandro) he mejorado en mi técnica, también en mi manera de exponer mis pensamientos y mis objetivos con este proyecto.
Dialogar sobre arte es mi tema favorito. Divagar sobre la técnica, la forma y el propósito. Durante el programa mencioné algunas cosas que linkeo aquí para que ustedes amplíen información si lo desean:
Ese breve golpe de máquina que hace posible comprimir las masas de cemento para formar una bella baldosa. Un bello suelo. Una bella casa.
Nunca hablo lo suficiente de la materia prima de este proyecto: las baldosas hidráulicas. Poco ha cambiado la manera en que se fabrican. Se sigue necesitando, y mucho, la mano de un operario para mezclar y colocar cada uno de los colores que la forman, prensarla, controlar sus tiempo de secado.
Imagínense a finales del siglo XIX principios del XX. Revolución industrial. Nuevos inventos cada día. Electricidad. Combustión. Cosas nunca vistas. Nuevo orden social. Las Máquinas y los Hombres. Los que las crean. Los que trabajan con ellas. No es romántico. No quisiera vivir en aquella época de ningún modo. Ningún pasado fue mejor, pero a veces veo documentales o reportajes sobre factorías y sitios donde construyen cosas y es aterrador darse cuenta de que, al final, las Máquinas han sustituido a los Humanos.
Mientras tanto, la fabricación de la baldosa hidráulica resiste la supermecanización y se sigue fabricando de manera similar a la de hace 100 años. Con su operario y su máquina. La tediosa tarea de rellenar campos de color sobre la matriz. Uno tras otro. Cientos de metros cuadrados que después adornarán hogares haciéndolos más cálidos y personales. Sitios que amar y sitios donde amas.
El video es un promocional de la casa Mosaics del Sur (Madrid, España).
El Artista Spazialista no impone un tema figurativo al espectador, si no que hace posible que éste pueda crear su propia iconografía basándose en su imaginación y sus conocimientos.
Propuesta para la regulación del Movimiento Espacialista. 1950.
Lucio Fontana, Milena Mileni, Beniamino Jappolo, Roberto Crippa, Giampero Giani, Carlo Cardazzo.
Esta mañana me he enterado de que este patrón geométrico, que se usa en muchos suelos hidráulicos, en Patchwork se denomina «estrella de Ohio».
El Patchwork no es exclusivo de Estados Unidos, en LA RIOJA (españñia), también lo hacen desde la Edad media, por lo visto, y se llaman almazuelas. En muchos otros sitios se ha hecho desde antiguo: China, la India; en fin, hacer colchas reciclando pedazos de tela de otras piezas es una idea a la que no era tan difícil llegar. En EE.UU. se hicieron super populares por primera vez durante su Gran Depresión. Después tuvieron altibajos de popularidad pero desde hace décadas (años 60) es algo consolidado gracias al American Quilt Study Group y las ganas de hacer cosas bonitas. Vale, supongo que habrá mil motivos sociológicos, históricos y demás pero….
Volviendo a la estrella de Ohio, aquí encontré algo de información en algunas páginas pero, en general están más preocupados en enseñarte cómo se hacen que en decir de dónde vienen . No me sorprende que sea la misma figura en ambas técnicas decorativas; es muy sencilla y fácil de sacar jugando a dividir un cuadrado en 9 partes. Lo que me gusta es el nombre. Por supuesto. Muy poético. He intentado averiguar por qué se llama así obviando el tema de que posiblemente se empezara a utilizar en Ohio. No he encontrado nada, más allá de que se empezó a utilizar alrededor del 1800 (dC). Así que lo dejo como una de esas tonterías misteriosas que tiene la Historia.
Todo esto viene a cuento de que me he mudado de ciudad y no tengo taller para pintar, de momento. Así que me propongo alternativas para seguir produciendo en plan casero, doméstico. Una de ellas es trasladar mis geometrías a alfombras o colchas siguiendo el espíritu de los talleres de tapices y telares de la Bauhaus. Estas disciplinas eran destinadas a las mujeres. Injusta y mecánicamente, eran reconducidas hacia lo que los señores con traje que ordenaban la Escuela decían que era mejor para ellas y su creatividad. Muy honorables estos señores, algunos de ellos son para mí una referencia constante dentro del arte contemporáneo. Sí. Eran tremendamente paternalistas, también. Que era otra época y blabla, me da igual. Ellas hacían alfombras por que no les quedaba otra. Yo las voy hacer porque me da la gana. Quizá con estrellas de Ohio tan bonitas como éstas:
Pintar, como escribir, dibujar, hacer música o cualquier otra disciplina, sobretodo artística, es profundamente onanista. Es decir, que el artista lo hace para mayor gloria de su ego, por decirlo finamente. Así se ha construido lenta y felizmente la posición del creador (no confundir con el Creador) a través de los siglos, desde aquellos que pintaban por obligación para un Señor.
El arte desligado del mensaje o del patrón que lo paga ha supuesto un camino largo, interesante de comentar en otro post. El Arte como tema de conversación es un terreno tremendamente fertilizado. Pero no quiero hablar de Historia si no de motivación.
Pintar, para mí, es un acto placentero. Mucho. Tanto como cualquier necesidad a nivel animal que puedan estar pensando. Tocar el color, mezclarlo, crearlo, distorsionarlo. Distribuir el peso de cada uno en la imagen, extenderlos sobre la superficie. Conocer la reacción de los materiales, la relación entre el soporte y la pintura. Es así de físico. Así se va formando la imagen que quiero ver. Ya he dicho en otras ocasiones que pintar es lo único que puedo controlar en mi vida. Los factores de riesgo que intervienen son mínimos y casi todos inertes: luz, pigmento, absorción (de la pintura por parte del soporte) y el pintor. Eso es lo que me produce tal sensación de plenitud, el hecho de que sea cual sea el resultado, será íntegramente mío. Tanto si tengo éxito como si fallo en mi objetivo. Cada cuadro es un ejercicio, es subir una montaña y llegar a la cima y poner los brazos en jarras. A veces es el Everest, a veces una colina en un vertedero.
Así es Geométrica Doméstica: formal, un estudio costante, un ejercicio necesario. Distancia entre el espectador y el lienzo. Distancia entre el artista y el espectador. Opacidad. La opacidad que oculta todos los sentimientos y emociones que me llevan a pintar ese suelo y no otro; esa composición y no otra. Qué es lo que quiero decir. De qué habla Geométrica Doméstica. ¿Podrá alguien llegar a emocionarse con una de mis piezas tanto como para asimilarla como parte de sí, como una canción, como un tatuaje?
Ese es mi objetivo cuando pinto algo concreto para una persona que amo. Cuando alguien desconocido adquiere una de misobras es un acto de amor diferente pero igual, quiero emocionar a esa persona. Hacer que ese motivo que mira sea suyo. Hacerle un retrato. Inducir al sosiego, o a la lucha, o a cualquier tipo de espiritualidad derivada. Somos Gestalt, supongo.
A veces duelen.
Este cuadro lo pinté para una persona que lo dejó abandonado, como nuestra amistad. Hace unos años de eso. Pero el cuadro seguía en el lugar equivocado. Un lugar doloroso que me recordaba cada vez la pérdida, la enfermedad, el rechazo. Me sentí realmente aliviada cuando lo ví, empaquetado, marcharse a Nueva York. De la mano de alguien que sí lo valoraba y que era totalmente ajena a cualquiera de las circunstancias que dotaron al cuadro de tristeza. Eso me hace un poquito más feliz.
Hoy mi mejor amiga de mi adolescencia ha recibido el cuadro que he pintado para ella y sólo para ella. Estoy tan contenta de que le haya gustado. Estoy feliz de que algo mío forme parte de su hogar, de su intimidad.
calle puerto rico 28. Valencia. Baño.
Quiero que mi amiga sepa que por ella me he enfrentado al color que más miedo me da pintar, que es el verde. Lo he descubierto esta semana. Nunca pinto cuadros que tengan una dominante en verde. No me gusta mezclarlo y no sé cómo funciona. Puede que incluso sea un defecto físico-ocular-mental por que encuentro la comodidad máxima en los rojos de cualquier tonalidad. Pero me enamora este suelo, que está rescatado y muy bien conservado, y se lo regalo a ella, que es luminosa y valiente. Y como ella es así, así quiero ser pintando para ella: luminosa en blanco y valiente con los verdes. Bella en los fucsias.
Así es la superemotividad en el Arte. Algo que sigo creyendo muy sobrevalorado. Pero aún así, he pensado que ella, igual que muchos otros, se habrá preguntado qué pensaba yo cuando pintaba esa pieza. Pues ya lo saben. Ella y todos.
En Intruso número _11 está dedicado, más que a la obra de Cristina Iglesias, a la experiencia que viví visitando la exposición que tiene actualmente en el Museo Reina Sofía y que se puede visitar hasta el 13 de Mayo.
El MNCARS está lejos de ser mi museo favorito, sin embargo, me alegro de haberlo visitado en la que será mi última visita a Madrid por mucho tiempo. No sé nada de Cristina Iglesias, ni sus motivos ni su planteamiento artístico. Me encanta enfrentarme así a la obra de un artista. Es como ir en crudo, desnudo, preparado para que las imágenes y obras que veas te impacten directamente sin pasar por otro filtro que tus propias experiencias y referencias personales.
De las fuentes o pozos hipnotizaban deliciosamente, éste que se abría directamente en el suelo me pareció sublime. Por el color, por la increíble reproducción técnica de la vegetación pantanosa, por el sonido del agua.
Las celosías, dispuestas en el espacio formando laberintos. Transformando la luz en sombras imposibles de calcular mediante geometría modular. Me gustan estas obras en las que importa tanto su forma como su proyección en el suelo o las paredes mediante la iluminación. Es como un maravilloso 2×1. Además, su disposición permite que aunque estés haciendo el recorrido con otros visitantes, estos se mantengan totalmente ajenos a tu experiencia, ya que las paredes de la misma obra te protegen de su presencia convirtiendo el espacio en TUYO.
Obras que puedes recorrer en toda su dimensión: gracias, Arte Contemporáneo. Ninguna experiencia artística puede igualarse a estar DENTRO, a formar parte de la misma obra que estas viendo. Es el caso de este pasillo amarillo.
El color, la textura del vidrio y el metal. Un cambio en el sonido general de la sala. La sensación de que en cualquier momento aparecerá un vigilante de la sala y te echará de ahí a patadas por estar donde se supone que no debes estar.
Finalmente, y donde terminé de jugármela como espectadora demasiado participativa, me enfrenté a esta obra. Para hacerlo no puede evitar tumbarme directamente en el suelo y sentir todo el peso de la gigantesca placa que sostenían sobre mí los delgados cables metálicos desde el techo. La sensación fue opresora. Mucho. De tal modo que sólo duré allí debajo cerca de un minuto. El miedo a que se derrumbara sobre mí fue más fuerte que yo. Un miedo enorme. A pesar de saber que nada puede ocurrir, supongo que, para mí, fue como montar en una montaña rusa y lanzarte hacia el temor de ser aplastado. Magnífico.
El Intruso y yo empezamos el año visitando este museo situado en pleno barrio del Raval, Barcelona. La colección que exhibe hasta finales de febrero está compuesta por un par de espacios temporales más otros con obras adquiridas por la institución bajo el título Episodios Críticos (1957-2011). Sucesos artísticos de los últimos 50 años que ofrecen multitud de visiones ya no tan contemporáneas pero fundamentales para entender el hecho artístico de entonces y de ahora.
Disfrutamos mucho del espacio. Habitación por habitación. Sala por sala. Descubrimos cosas sorprendentes como:
EL TRUCO DE LAS DOS PIEDRAS!!
Esta obra es de Nasrin Tabatabai y Babak Afrassiabi y la bautizamos, sin ningún respeto pero con mucha admiración como EL TRUCO DE LAS DOS PIEDRAS. Es por este tipo de cosas que amo el arte contemporáneo. Más, el conceptual. Nadie te impide echarte unas risas dentro de un museo de cosas serias. Con cariño, eh! Simplemente, hay cosas que envejecen mejor que otras.
Estuve bastante tentada de ir por todas las salas haciendo fotografías como hacían el resto de visitantes, sin embargo decidí disfrutar sin más, leer y aprender y utilizar mi cámara sólo para recordar cosas que me impresionaron grandemente como el truco de las dos piedras u otras grandes instalaciones como la incluida en el apartado Trabajo, Poder y Control «If you see something…» (2005) de Krzysztof Wodiczko. En la introducción a la sala se podía leer:
» …muestra una generalización del estado policial después del 11-S, un estado en el que se percibe el espacio público con miedo y la figura del otro como un peligro. Tras cuatro ventanales translúcidos (…) unos personajes intercambian historias personales que ponen de manifiesto distintas formas de explotación. En este escenario no ha sido necesaria ninguna violencia explícita para que sean reconocibles la humillación y la esperanza.»
Krzysztof WodiczkoKrzysztof Wodiczko
La calidad de las proyecciones así como la situación del sonido en la habitación generaban una impresión tremendamente real. Por un momento pensé que de verdad había gente ahí detrás. Y tuve miedo.
Una sala en la que me divertí mucho fue en la que estaba situada la obra de Helio Oiticica & Neville d’Almeida «CC3-Maileryn. Quasi Cinema. (Block-Experiments in Cosmococa-Program in Progress, 1973). Había que entrar descalzo por que el suelo entero era una bolsa de arena. Estuve jugando un rato con una desconocida y los globitos que había por todas partes como crías aburridas un domingo por la mañana. Solo que por encima de nosotras había unas bonitas imágenes de la cara de Marilyn Monroe adornadas con líneas y montoncitos de supuesta cocaína.
Para terminar, lo que más nos impresionó tanto al Intruso como a mí fue el apartado dedicado al VII Congreso del International Council of Societies of Industrial Design (ICSID) que se celebró en Ibiza en Octubre de 1971. Estaba instalado en una sala con cabida para proyecciones en las paredes de imágenes en riguroso Super8, monitores en el centro para visualizar cómodamente algunos reportajes y documentación original de la organización del evento donde se pueden encontrar testimonios tan enternecedores como éste:
Queda de la experiencia unos 5000? m2 edificados, el cascarón del gusanito que se ha marchado, esperando una alternativa de uso ecológico, una serie de experiencias e interpretaciones personales, el valor del trabajo como vehículo de comunicación y la clara consciencia de que el momento histórico en que vivimos reclama la recuperación de la personalidad como elemento distintivo para poder entrar en la metamorfosis de los dioses donde los opuestos se integran en la verdadera unidad de la naturaleza humana a través del AMOR.
UTOPÍA O MUERTE.
Sí, todo era así de hippy. Tan bonito. Tan Jodorowsky por momentos. Por las fotografías, más que un congreso sobre diseño industrial parecía el afterhours de Woodstock.
En general y como conclusión: El MACBA vale los 9 euros de la entrada. De hecho, si eres residente en Barcelona hay un superbono para todo el año que sólo cuesta 12. Hemos disfrutado de la experiencia artística plenamente (no me olvido de las esculturas de Oteiza ni de otras cosas que alargarían demasiado este artículo). Mucho más que en otras instituciones, me atrevo a decir, aunque no mencionaré ninguna.
Me quedo con esta imagen, obtenida de la pieza Emboscadura de Federico Guzmán situada en la planta baja del edificio, al lado de donde se hacían actividades infantiles, por cierto, y donde se podía leer » I will not make any more boring art». Tomando nota.